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martes, 22 de septiembre de 2020

Los caminos del sosiego. Capítulo 3: La ruta de las campanas mágicas

 Desde hace dos días, mi compañero, después de ensillar, trabajó a caballo sin estribos, al paso y al trote, con una yegua torda que galopa muy bien en corto. En este aire, el último día se acopló inmediatamente, descubriendo su comodidad en este animal.

Aprendió a bajar del caballo y a llevarlo del ramal, agarrando con su mano derecha el ronzal, cerca de la barbilla de éste y con la izquierda el resto del cabo.

A la hora de portar los elementos o atalaje del animal es importante tener la habilidad suficiente para no tropezar, ni ensuciar los elementos que se nos descuelguen del conjunto.

La practica nos dará la maña y el sentido común suficiente para adivinar que sino podemos trasladar todas las cosa al mismo tiempo, siempre podemos hacer dos viajes.

Supo quitarle la montura y llevarlo a su cuadra para que allí descanse.

Hoy, por un camino rápido, trotaremos mucho y en algunos tramos ascendentes y rectos, seguiremos practicando el galope.



Le explique tanto el galope a la mano derecha como a mano izquierda, creo que no me entendió, o él no supo referírmelo a mí de la misma forma yo se lo dije. Aunque se dio perfecta cuenta de la diferencia.

Cuando el caballo galopa hacia la derecha su pie y su mano de ese lado caen o tocan el suelo por delante de los del lado contrario o izquierdo. Y si el animal galopa a mano izquierda los miembros de este lado pisan mas lejos que los del contrario.

Me contestó.

Con esto me vale para que entendiera que es importante que si un caballo gira a un lado o a otro su galope ha de ser, el del lado al que va a doblar o esta curvando.

Por la puerta del Este, la inmediata pradera ancha hacia el Norte desciende muy suavemente enseñándonos una cerca hecha con cuatro alambres atados en algunos postes de hormigón mal hincados en el suelo, que nos acompañan hasta la Rotura, una dehesa plagada de junqueras y cardos, en estos momentos anegada casi toda por el agua de primavera, acarreada a este vallejo por los arroyos que vienen de nuestra izquierda.

Nos cuesta encontrar la senda entre el pasto flotante manchado de barro oscuro.

Sin perder el Norte los cascos de los caballos chapotean al paso sobre la hierba empapada.

En la fila que forman dos sauces jóvenes, protectores de un rosal silvestre tan alto como ellos, revolotean cuatro retoños de urraca volanderos para colocarse al otro lado de las ramas soleadas y alejarse de nuestras figuras.

Prestando atención, en el entramado espeso se ve la silueta redonda del nido donde fueran incubados.

Pájaros de su misma especie llaman nuestra atención desde el otro lado del prado, cerca de unos chopos negros.

Una inclinada ladera alta, con rojos arañazos hechos por el agua, hace de decorado para su teatral representación.



Parecen estar enfermos, dice Andrés.

Se lo hacen, le contesto. Así evitan que nos fijemos en sus crías.

El calor húmedo nos hace sudar a los cuatro, a la vez que entrecerramos los ojos para protegerlos de los insectos minúsculos que se topan en nuestras caras.

A la rana que se deja oír desde el cauce que discurre hacia el Sur por nuestra derecha no le faltará pitanza hoy.

Los caracoles esperan a la tarde para salir, después de la asegurada tormenta, de no se sabe dónde, trepando entre cardenchas, espinos, zarzas de perro y altas hierbas aun sin espigar, que vamos dejando atrás. Por momentos se ve crecer en esta absoluta calma, los cereales de las Suertes, que así se llama el llano paraje, ya bien medrados.

Cuando se acaba el prado se insinúan unos alambres de espino desparramados por el herboso suelo, que debieran estar sujetos a los postes tratados con creosota, puestos alrededor de la pradera.

Una vez cruzado el arroyo de nuestra derecha, nos descuidamos de esa trampa metálica y olvidamos dos caminos que salen del nuestro hacia la izquierda queriendo llevarnos a Fresno de la Fuente.

La vieja senda asciende por la pendiente, dentro de un tajo hecho por los caminantes y los años; y los caballos colaboran arrancando más tierra roja cuando suben al galope a la mojonera de Fresno, Grajera y Pajarejos.

Tomillos, aulagas, pocas chaparras, alguna mata de roble, muchas zarzas de escaramujo y, en su tiempo té, cantueso y más florecillas distintas a las de ahora, visten a la pobre ladera por la que ascendimos.

Los horizontes, desde aquí amplios, se ven empañados por una canícula translúcida por la que viajan a todas partes los ruidos nítidos, aprovechando la calma.

Pronto truena, le digo a Andrés.

Y él tararea: los pajaritos cantan, las nubes se levantan.

Efectivamente, trotando rumbo al Sudeste vemos cúmulos grandotes arropando ya al pico del Grado, desde un lugar donde sus majestades los robles, a la izquierda del camino, llevan viviendo muchos años.

Al otro lado, el barbecho descubre una tierra guijarreña y no muy fértil, roturada hace poco para sembrar cereal. Arrancados tocones grandotes muestran el porte de algún rey destronado de su feudo siempre verde. Ahora yacen convertidos en casas para lagartijas, en el borde de la senda.

De los que quedaron vivos se desprende el zumbido de los tábanos y los arrullos de las palomas torcaces enamoradas en sus nidos.

Cuando ponemos los caballos al paso, ante un montón de piedras que dejaremos a nuestra derecha, una comadreja se asusta de Andrés, que, perplejo, trota hacia ella impulsado por su curiosidad.

¿Qué comen? Me pregunta, encaminando a su caballo hacia Pajarejos, que se ve al Este.



Las comadrejas son carnívoras, los ratoncillos que pretendan esconderse entre las piedras o las pacas de esa pila gris que hay al lado, pueden ser su alimento, así como pajarillos e insectos; son unas efectivas cazadoras, muy simpáticas, para los de nuestro tamaño.

Por un sendero hundido por el trasiego dejamos atrás el cementerio ampliado y la gran cruz caliza y solitaria, que nos recibe invitándonos a pisar sobre el cemento tapizador del camino que nos lleva al pueblo.

El tío Aure, desde su huerto, se asoma para saludarnos, al mismo tiempo que Rufo, girando su audífono hacia nuestra altura, nos advierte del remojó con elevado tono de voz.



De la espadaña de la disfrazada iglesia románica, cuelgan dos campanas cetrinas que cuando suenan espantan a las nubes, le digo a Andrés.

No contesta y sigo hablando:

Cuando los vecinos de aquí presentían que una tormenta gorda iba a descargar sobre sus campos, con el permiso de su patrón, el del señor cura y un poco de permiso del alcalde, hacían repicar las campanas con fuerza. Entonces las nubes se repartían entre los campos de Cedillo de la Torre unas, y otras, en los de Grajera.

Las que marchaban a Cedillo descargaban agua y el granizo lo depositaban las que fueron a Grajera.

Los de mi pueblo quisieron hacer lo mismo con sus campanas y los correspondientes permisos, para mandarles las tormentas a Boceguillas y a Barbolla, pero no les funcionó.

Pienso que a veces hablo solo, por culpa del silencio de mi compañero.

En una puerta carretera que da a la plaza, bajo un rosal invadido por sus flores, una señora encorvada que hacía ganchillo en la sombra del exterior, nos mira mientras se sienta en el fresco interior de su cochera en penumbra.

¿Y hoy las van a tocar?, me pregunta una voz, sacándome de la plaza por una calle que se orienta al Este, lindera a una baja pared protectora de pequeños frutales bien cuidados, en su umbral.

Los gorriones alborotan en el tranquilo pueblo, junto al ruido de las herraduras que retumban en alguna pétrea pared sin revocar.

Desde una casa cubierta de negro, vemos la báscula pública cerca de la carretera que une Boceguillas con Bercimuel, ante la cual detenemos a los animales para asegurar nuestro pasar, dejando atrás un saúco nevado de flores.

Los eminentes chopos murmuran a nuestra espalda con las térmicas, mientras miramos al empinado cerro, donde nace un barranco que desciende paralelo a nuestro camino y al que asciendo galopando animoso, precedido de Andrés.



Aun no se sienta sobre los huesos isquión de la cadera.

Para aliviar el culo sé apoya, se sienta: sobre los estribos y no relaja la cintura, esto hace que en las transiciones sobre todo, se separe de la montura. A él le parece que sin razón.

Esto me ayuda a hacerle ponderar al ser vivo que lo porta, que siente y se cansa todavía, poco más que él.

Así percibe que el trote se hace el aire mas practico para el conjunto que componen caballo y jinete. No en vano este animal en libertad para sus largos desplazamientos usa el trote, el paso para deambular por un pequeño lugar mientras busca pasto y el galope lo emplea principalmente para huir.

Desde lo alto echamos la vista atrás, descubriendo dos sendas relegadas, una a cada lado de la ruta que llevamos.

Por la cañada del Campillo trotamos en dirección Sur, viendo cómo su margen derecha se hunde, erosionada por aguas que formarán cárcavas rojas y que hoy quieren taponar con escombros indiscretos.



De las matas de roble que en ellas crecen, se sirven las liebres para perderse en cuando son galgueadas.

En este campo tan llano de la izquierda. Le cuento a Andrés, a las liebres, que son como un conejo sólo que de color pardo en vez de gris y mucho más veloces, cuando el invierno tiñe de escarcha los terrones, se las intenta dar caza con lebreles, perros muy veloces, que algunas veces, dan alcance a las más lentas o menos astutas.

A la izquierda dejamos un cordel que nos llevaría a la cañada Real Soriana Occidental, entre campos de trigos verde oscuro, que ahora embrollan los correderos descritos.

Los ruidos del campo enmudecen mientras galopamos adivinando la dirección en la pradera, gastada por las ruedas de los tractores, que siguen pasando por donde pasaran un día los carros de estos pueblos y los ganados de otras tierras.

Nos reverencian al pasar hacia el Sudoeste las matas de roble cada vez más tupidas, con su sombra a estas horas escasa.

De las tierras labradas, nos va separando un reguerito al principio, que luego, en la curva del camino, se ensancha al descender, formando varias barrancas salpicadas de flores y tomillos, entre matas de roble escoltadas por otras de estepa, que descuelgan sus raíces por el borde vertical de la más profunda.

Con la segura referencia que nos da el pinar verde oscuro, que se ve detrás de Grajera, trotando hacia allí por la ligera pendiente del motonivelado camino, abandonamos el monte presintiendo en nuestra espalda la humedad pesada que trae la oscura tormenta, desde la ermita de Hontanares.

Antes de pisar el asfalto y cruzar el puente Nuevo, por la pradera y hacia nuestra izquierda, nos dirigimos, sin ruidos, entre el arroyo y los sembrados, en busca del Suroeste.

En al pradera el agua del torrentillo caprichoso describe una curva que el ganado ha de vadear para seguir pastando en ella. Cuando lo hacen nuestros caballos suenan los guijarros del fondo al chocar con sus cascos pesados.

Sólo el murmullo del agua se advierte en el puente de la carretera de Sequera que salvamos nosotros por encima y él por debajo.

El cuerpo de los caballos, como el de todos los animales y no mas, atrae la electricidad que pulula entre las nubes de la tormenta como auténticos para rayos ambulantes.

Siempre se creyó que el pelo de las caballerías atrae con mas intensidad a los rayos, que por ejemplo la lana del ganado ovino. No sé hasta que punto esto es cierto, aunque hay que observar que los caballos llevan los zapatos de metal y su pelaje es menos grasiento que el de las ovejas y esto favorece la conductividad a tierra de sea fuerza invisible y mágica que es la electricidad.

No hay estadísticas sobre esto por eso vamos a pensar que las descargas de las tormentas, no distinguen las especies animales. Solo perseguirán a su electricidad estática y a la estela o corriente de aire que describe o pudiéramos dejar los seres vivos cuando queremos escapar de esta amenaza.

No nos detenemos por estas reflexiones queriendo pensar que nos dará tiempo de hacer el recorrido, aunque reconozco el riesgo que nunca sé debe correr si se puede evitar.

En libertad los animales, intuyen los temporales de cada tipo e intensidad y se amparan en el ámbito de la forma mas adecuada para cada circunstancia.

Al horizonte de nuestra izquierda, lo pintan de plomo las inclemencias, borrando la silueta de la sierra, que ni con la luz intensísima del flash de un relámpago vemos.

Sólo el crujir de las monturas se siente, los pajarillos de ribera hasta hace un segundo gorjeaban y las ranas se oían, hasta los árboles grandotes parecen de piedra.

De la Berzosa hacia la derecha sale una senda de entre los juncos y la hierba, que sube al pueblo.

Al encaminar a los caballos hacia el falso verde del cuadrado del frontón, que se vio iluminadísimo hace un instante, el trueno seco y aplastante, nos estremece, a la vez que levanta de la carretera a media docena de palomas que remolonas se pierden en sus posaderos seguros, mientras los goterones de litro comienzan a llovernos nada más cruzarla nosotros.

Ya tocaron las campanas en Pajarejos, dice Andrés encogiéndose en la montura al ver la senda que desde el asfalto y por la orilla derecha del frontón, nos lleva a la cuadra bien mojados, pasando al galope entre desordenados desechos abandonados en medio del Salegar.

Si las hubieran tocado, le digo, en vez de calados, ahora seríamos apedreados por el granizo.

No, si les tendremos que dar las gracias encima, dice riéndose cuando desmonta de Isidra a su manera, y se encoge para evitar la gorda lluvia al entrar en la cuadra.


  

A los animales les secamos con la cuchilla de baño quitándoles la mayor parte del agua colgada en su corto pelo y les dejamos en la seca caballeriza oscurecida por la tromba casi opaca.

Las ropas de los caballos escurren dentro del guadarnés ventilado aunque al cuero lo pasamos un paño absorbente intentando aliviar su humedad.



lunes, 13 de julio de 2020

Los caminos del sosiego, Capítulo 1: Al cerro de la Horca


Continuando con el relato que comenzamos hace unos días, del libro Los Senderos del Sosiego, escrito por César Águeda, hoy compartimos el primer capítulo del mismo donde disfrutamos de la descripción de una ruta por caminos y paisajes de la zona, y las nociones básicas de equitación que el maestro va narrándonos a los lectores y explicando a su novel acompañante.

Sin más dilación, subimos el telón....


AL CERRO DE LA HORCA

A mi novato compañero, le ayudo a subir a un caballo bajito, con buen carácter y que lo llevará con un vivo paso cómodo, detrás del mío. Le coloco los estribos, pecando un poco de cortos, para que le dé más seguridad cuando comience a trotar.



Después de aconsejarle que se siente recto sobre lo más hondo de la montura, pongo las riendas en sus manos para enseñarle a sujetarlas: primero, pinzándolas con el dedo índice y el pulgar; y luego agarrándolas con los demás dedos, hoy sin usar el meñique.
Has de sentir la boca del caballo en tus manos, mediante las riendas, le digo. Si quieres que te lleve el caballo hacia la izquierda, tensas el ramal de ese lado llevando tu mano hacia el hueso de tu cadera, guiando así su cabeza. Si deseas marchar hacia tu derecha, tiras del ramal de ese lado, de la misma forma que antes lo hicieras con la brida del otro lado.
Para hacer que el caballo camine presiona con tus talones en la barriga de él y relaja un poco tus brazos hacia delante, restando presión en los ramales sujetados.
Para ir más despacio o detener al cuadrúpedo, has de tensar hacia tu ombligo, con suavidad las dos bridas al mismo tiempo, con la suficiente fuerza pero sin brusquedad.

Lo hace bien, está en marcha y dará unas vueltas en el picadero, mientras voy por mi caballo, ya ensillado e impaciente en su cuadra.
Antes de salir al campo, le mando detener a su caballo y hacerle marchar de nuevo, cosa que consigue con facilidad.
Encontramos en la luz de la calle la carretera que viene de Fresno de la Fuente, y la tomamos hacia Grajera, atravesando el pueblo con rumbo Sudeste y viendo el Pico del Lobo en lo más alto de la Sierra.
Al dejar las calles que separan las casas desparramadas en el cerro, descubrimos a nuestra derecha el rollo o picota, bien conservado aún.
Cruzamos el asfalto negro que viene de Boceguillas y va a Pajarejos, dejando el cementerio y la ermita ruinosa que yace a su lado, en la praderilla verde, de ese lado.
Del río Seco obtienen agua, las raíces profundas de los sauces y los chopos rumorosos. Llenan el cauce las junqueras, las zarzas de mora y las adelfillas pilosas, regañadas por un par de ranas camufladas.



Por el puente sin barandilla cruzo el reguero, seguido por el caballo de mi alumno, que controla su velocidad como le expliqué. Ascendemos por el camino motonivelado hacia el monte de roble, dejando a la izquierda los lavaderos hundidos entre las junqueras abundantes y el deposito redondo clavado en el lado izquierdo.
A la derecha vemos activos rosales de perro y agitadas zarzas frondosas que custodian la entrada del camino blanco que va a Aldeanueva del Campanario.
Molestados por el viento, incomodo, para los caballos y para nosotros, llevamos un trotecillo ligero, que machaca a mi elástico amigo paciente.
Se convierte la senda en unas arcillosas marcas en la hierba cuando, entre las matas del monte bajo, se meten, ascendiendo a la vez, por la cuesta horadada por el agua pertinaz.
Al paso llegamos cerca de la rebosante charca, hoyada en la Cañada real Soriana Occidental, de la que se eleva la cigüeña esquiva, mirando desde lo alto su llana extensión alargada.
Desde allí, partimos con rumbo Sudeste hacia el vértice geodésico que erguido, yace sobre el cerro de la Horca, eludiendo espinos y matas de robles que estorban el paso de los caballos.
Detenemos los caballos en la cima de 1038 metros, visitada en la mañana también, por los conejos tímidos, que dejaron sus muestras, en el borde de la barranca rojiza.



El ancho horizonte circular nos enseña la nitidez de los colores serranos atraídos por la transparencia del aire templado, que mueve las espigas raspudas de las cebadas espigadas.
Los trenes pasan cerca de aquí por la monótona vía férrea casi jubilada, por los viajeros apresurados, así como la cañada inútil, por la falta de trashumantes.
Los colores pálidos de los retoños del roble tiñen los alrededores de lozanía. Entre ellos cabalgamos buscando la senda pintada en la cañada Real y que, hacia el Oeste, nos encamina hasta hacernos cruzar la carretera que va de Sequera de Fresno a Grajera.
Desde aquí no vemos los pueblos rodeados por las Sierras de Pradales, Somosierra y el macizo de Ayllón, que nos mostraba el cerro vacío, colocado en el centro del nordeste de Segovia, discreto.
Vamos puliendo, la postura del nuevo jinete, que me pregunta por la forma de evitar los botes cuando marchamos al trote.
Has de relajar tu cintura, después de sujetar los estribos con las puntas de los pies distendidos. Así la cadera sube y baja, pegada a la montura, sin que tus hombros, se zarandeen, teniendo como bisagra tu talle elástico.
A un no lo consigue, sus rodillas no bajan lo suficiente y adelanta un poco sus pies buscando el apoyo en los estribos consiguiendo rebotar en la montura a cada tranco.
En la cañada, trotamos por la pradera manchada de flores blancas, libradas de las pisadas que marcaran el carril dividido en Terradillos; de donde dicen los archivos, que vivieron hombres en casas hechas de tierra.
o lugar de juncos, mientras nosotros, por el sedero que se ramificó hacia la izquierda, vamos metiéndonos entre independientes macizos de plantas leñosas.
Acuden otras trochas desde la cañada relegada en demanda de la dirección que llevamos, para ahorrar pisadas a los pies o vueltas a las ruedas abrasivas del prado tierno.
Busca la real vía de los trashumantes al termino municipal de Bercimuel Por el cordel de ganados acudimos despacio a los arrabales del robledal, desde el que vemos las casas del pueblo alzado, mas allá de la carretera rápida que viene de Boceguillas y pasa, por donde posamos durante un momento nuestras miradas. Los tejados de Pajarejos vienen, por la transparencia de la tarde, a confirmarnos la distancia corta que separa los pueblos de esta desparramada comarca.

Al descender por el camino blanco, marchamos al vivo paso que marca mi caballo tordo, seguido por el alazán menudo, del joven con afición.
Por el camino le nombro las distintas partes del animal que nos porta.
En el puente Nuevo, llamado así desde que lo fue. Hace muchos años, Andrés, que así se llama mi amigo de nueve años, pone al trote la voluntad de su caballo, para ascender hacia la eras, ocupadas por la presencia del frontón y unas naves almacén que nublan las piedras lamidas, del salegar.
Quedó en el hondo, el agua limpia que viene de Fresno de la Fuente, por el arroyo de la Rotura. Y ya en las cuadras, miro yo cómo a las piernas atrofiadas de Andrés, les cuesta obedecer sus ordenes.

Otro día mejorará el trote sentado, marchando sin estribos, por ahora es suficiente, montar a caballo es un deporte de los mas completos y la montura no es una cómoda butaca inmóvil.
A este movimiento se tiene que acostumbrar el cuerpo, paulatinamente, para no machacarse en exceso y poder trasformar a la persona en jinete, sin que casi sé de cuenta su mente.


martes, 7 de julio de 2020

LOS CAMINOS DEL SOSIEGO - Introducción


Iniciamos con ésta una serie de entradas que vendrán a ir compartiendo los 11 capítulos que conforman un libro publicado, hace algunos años ya, en el que se exponen rutas a caballo por los parajes del Nordeste de Segovia, con salida en el Centro Ecuestre La Hípica, en Grajera, puesto que el autor de dichos relatos es César Águeda, director y responsable de dichas instalaciones. 

En este libro, que iremos publicando cada semana hasta llegar a su final, además de los sederos a los que hace mención el título se explican técnicas y mañas del manejo del equino, con un estilo cercano y sencillo, y con un léxico tan humilde, a veces, como complejo otras.

Sin más, aquí va la introducción que precede al relato de "Los caminos del sosiego":


A CABALLO, POR LOS PUEBLOS SERENOS.

Dejando a un lado parte de mi mucha pereza, hoy, un día de lluvia, comienzo una idea que me anda rondando.

Desde mi experiencia, nunca excesiva, en el manejo de los caballos y desde mi quehacer, como guía ecuestre. Voy a tratar de introducir, a las personas que me lean: inicialmente, en los paseos cortos a caballo, aprendiendo a manejar a éste, para más adelante estar preparados y hacer rutas más largas que nos lleven a conocer los campos que hicieron a los pueblos de esta comarca, tan interesante y tan aparente para la practica de esta actividad, que ahora sé llama turismo ecuestre.

Pretendo, primero hacer y luego describir el recorrido, contado los pormenores del viaje desde antes de subir en nuestro medio de transporte.

También os hablaré del equipo aconsejable para cada paseo, de los caballos y de cómo han de manejarse, del itinerario que seguí; para que cualquier otra persona aficionada al campo, con su cabalgadura, bicicleta de montaña o con ganas de andar, pueda seguirlo, descubriendo las curiosidades que yo viera, además de otras.

Comenzaré con paseos de una hora; así los futuros jinetes, si son principiantes, no sé cansaran en exceso y, si embargo podrán ir asimilando las lecciones de equitación, que les iremos impartiendo por el camino.

Las rutas partirán desde La Hípica, que está situada en Grajera, punto bastante centrado en la comarca que me interesa, y, además, con fácil acceso a todas las direcciones y pueblos del Nordeste de Segovia.







>> Continuará... El próximo martes conoceremos el capítulo 1, el primero del libro que esperemos que se disfrute tanto como se disfrutan los paseos a lomo de nuestros compañeros los caballos.

*Las imágenes de esta entrada no son las publicadas en el libro.

lunes, 27 de mayo de 2019

Presentando a nuestros caballos: Calimero


"Si monto a Calimero, monto el que yo quiero" fue el slogan de uno de los cursos de verano que hacemos en La Hípica.
Podemos afirmar, equivocándonos poco,  que, desde que Calimero está en nuestras instalaciones, toda persona que haya aprendido a montar aquí, ha montado a Calimero y se ha enamorado de él. 

Para nosotros, como profesionales de la equitación, lo más importante es la seguridad del jinete y  hacer que se produzca una conexión entre jinete y caballo que haga que este deporte se convierta en pasión, para quien se inician en él, y para este doble objetivo inicial, nuestra garantía es Calimero.

Nos sentimos enormemente agradecidos de contar con Calimero en nuestra manada. Es dócil, noble, con un punto testarudo, flexible en cuanto a su capacidad adaptativa para el trabajo y el tipo de jinete que le monte. 

Sabemos que no habrá dos Calimeros, por eso le cuidamos especialmente, y aunque a todo jinete que le ha montado le gustraía seguir con él, animamos a quienes van avanzando a cambiar de caballo, pues Calimero sino, se daría todas las clases y se haría todas las rutas. Es un caballo que engancha, por la facilidad de su manejo y por la seguridad de sus pasos y movimientos.

Calimero, actualmente, se dedica a las clases de equitación y  las rutas de personas iniciadas en equitación, por el compañero que supone para los monitores de las mismas, ya que acepta, de buen agrado, ser el primero y tira del grupo de caballos que haya también en la pista o en el camino.

Además, por la calidad de sus aires, por su alzada, su fuerza y su perfecta habituación, es quien realiza las sesiones de equinoterapia que llevamos a cabo en el centro.
También ha participado de talleres de coachig con caballos, descubriéndonos que, en el pie a tierra, también despierta sentimientos de seguridad, calma y protección en quien interacciona con él.

Por todo ello, ¡mil gracias Calimero! Gracias por la millonada de sonrisas que has sacado.

Podréis comprobar lo que aquí contamos, en el próximo concurso social que tiene lugar el sábado 1 de junio en La Hípica, en Grajera.
Y cualquier día que queráis dar un paseo o recibir una clase con él.







lunes, 11 de diciembre de 2017

Sobre la trashumancia del día 2/12/2017 (Vídeo)


Hoy os dejamos con magnifico vídeo de la trashumancia del día dos de diciembre. 

Queremos dar las gracias al canal de Youtube GoPro Charles Channel por este magnifico vídeo, así como por todos los demás vídeos que han ido publicando sobre el mundo del caballo y sus diferentes actividades.







lunes, 9 de enero de 2017

¡Apúntate ya! Trashumancia de bueyes en Grajera (14 de enero)



Os recordamos a todos que este sábado 14 de enero celebraremos una trashumancia con bueyes por las cañadas y parajes de la zona de Grajera. 

Desde La Hípica os animamos a todos a que participéis en una de las tradiciones mas bonitas. Un día de amigos, campo, bueyes y caballos.

Recordad que para participar tenéis que reservar:

Programa

10:00 concentración de caballistas con pastas y aguardiente en el Centro Ecuestre La Hípica (Grajera)
10:40 paseo hasta la zona de suelta de bueyes: 
11:00 Suelta de bueyes: 
14:30 comida en La Hípica

Reservas

Ángel Águeda 696613777
Fecha límite de reservas: 12 de enero
Precio: 15€ comida 15€ bueyes
Como llegar: Pincha aquí




viernes, 4 de diciembre de 2015

Ruta a caballo en Segovia desde una Gopro


Una bonita ruta por los montes del pueblo de Grajera grabada desde una Gopro.







viernes, 13 de noviembre de 2015

Ruta a Turrubuelo (Boceguillas)


Hoy os traemos una fotitos de una ruta que hicimos el fin de semana pasado en la cual fuimos desde La Hípica hasta Turrubuelo (Boceguillas).

Gracias a todos chicos.










lunes, 25 de mayo de 2015

Fotos de la romería del Cristo del Corporario

Aquí os dejamos algunas de las fotos de la romería de este domingo. 












martes, 19 de mayo de 2015

Romería del Cristo del Corporario, este domingo día 24 de mayo




Cuenta la leyenda que el Santo Cristo intercedió para lograr la victoria en el conocido como Campo de las Espinas, en el ya despoblado del Corporario, de ahí la veneración que se le profesa a esta imagen en Fresno de Cantespino desde entonces.


El próximo domingo, día 24 de mayo, rememorando este hecho histórico-religioso saldremos de romería a caballo desde Grajera hasta la ermita del Santo Cristo de Corporario, romería que une a los vecinos de los siete núcleos de Fresno de Cantespino, en una ruta de ida y vuelta de unos 10 kilómetros. 

La romería está organizada por la Asociación cultural La Picota, de Grajera. Os adjuntamos el cartel con toda la información. Si no tienes caballo y quieres venir, tenemos caballos adecuados para alquiler. Si vas a participar, por favor, ponte en contacto con Ángel (696613777)




martes, 3 de marzo de 2015

Paseos a caballo por el campo en el Centro Ecuestre La Hípica (Segovia)


No hay texto alternativo automático disponible.

En La Hípica, con caballos adecuados al nivel hípico de cada asistente, incluso si son principiantes en este solaz, organizamos paseo y travesías por las veredas y cañadas de nuestra comarca. Pudiendo ser, desde una hora de duración, hasta de varias jornadas. Los paseos de una hora, son los mas adecuados para aprender a ir sobre el noble bruto, anotando los consejos del guía, ir captando maña, y ganando confianza y forma en esta disciplina.

La imagen puede contener: una o varias personas, caballo, cielo, nubes y exterior

Los recorridos de dos a tres horas, confirman lo aprendido durante las clases y las salidas anteriores, habiendo adquirido la seguridad y la confianza necesarias para luego experimentar con recorridos más largos.


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Para rutas desde una a varias jornadas es necesario tener un mínimo de experiencia también en el manejo de caballo pie a tierra, ya que los recorrido son largos y en algunos casos difíciles.

Esta comarca, se caracteriza por su accesibilidad, su paisaje variadísimo, su cielo limpio, y su clima extremo. Es por lo que aquí, marchar a caballo es sentir.

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Si estas interesado en hacer una ruta, por favor, contacta con nosotros.

jueves, 22 de enero de 2015

Romeria a caballo a la Ermita del Santo Cristo del Corporario (Castiltierra)

Saliendo de Grajera, varios jinetes se suman a la romería de la ermita del Santo Cristo de Corporario, romería que une a los vecinos de los siete núcleos de Fresno de Cantespino que forman el municipio, en una ruta de ida y vuelta de unos 10 kilómetros.

La ermita se encuentra situada a un kilómetro de distancia del pueblo de Castiltierra. Fue el templo de un despoblado medieval llamado El Corporario done se localiza la necrópolis visigoda del Corporario, una de las más importantes de esta época de España e incluso de Europa, donde se encontraron ricos ajuares funerarios, conservados en su mayor parte en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

Si cada pueblo que integra Fresno de Cantespino tiene sus propias fiestas, en Castiltierra se juntan todos los fresnenses. Lo hacen a los veinte días de Pentecostés, para celebrar aquí la romería del Cristo del Corporario en torno a la ermita. El mismo lugar en el que hace más de un milenio tuvo lugar una importante batalla. Fue el segundo día de Pentecostés del año 1002, en plena expulsión de los árabes de la península ibérica. Después de que los cristianos cayesen en un primer enfrentamiento y Sepúlveda quedar arrasada, la batalla en este lugar fue el preludio de la derrota de Calatañazor.

Cuenta la leyenda que el Santo Cristo intercedió para lograr la victoria en el conocido como Campo de las Espinas, en el ya despoblado del Corporario, de ahí la veneración que se le profesa a esta imagen en Fresno de Cantespino desde entonces.









Ruta a caballo Grajera - Moral de Hornuez (Segovia)

La ruta contó con la asistencia de 25 caballistas provenientes de todo el Noredeste de Segovia. Con salida desde La Hípica de Grajera, nos llevó por Pajarejos, Cedillo de la Torre y hasta la ermita de Moral de Hornuez y vuelta a Grajera (24 kms).

La tradición asegura que la imagen de la Virgen se apareció en este lugar a unos pastores el 28 de Mayo de 1246. Para conmemorar tal suceso se construyó una pequeña ermita. Con el paso del tiempo la Virgen de Hornúez fue nombrada abogada y patrona de la Villa y Tierra de Maderuelo; exactamente en 1695. Posteriormente, entre los años 1768 y 1774, y ocupando el mismo lugar, se edificó la actual ermita, de estilo renacentista. 

La ermita se asienta en una pradera entre sabinas milenarias de gruesos y retorcidos troncos. Aquí se encuentran los ejemplares más antiguos de la zona y se concentran las más grandes sabinas albares de España, conformando el denominado espacio natural del Enebral o Sabinar de Hornuez. En este idílico entorno tiene lugar todos los años el último domingo de mayo una importante y multitudinaria romería.

En esta ruta surgió la idea de crear una Asociación de caballistas en la zona.