Ha terminado el tercer curso de verano de agosto de La Hípica, caras nuevas y jóvenes caras ya conocidas han estado con nosotros estos seis días.
Complicado, es lo que pensé el primer día después de acabar la jornada con el grupo. Fueron cuatro horas de mucha timidez, poca interacción y mucha valentía. Habría que reprogramar detalles, y confiar en el caballo para esta tarea.
Los niños y niñas no repiten de caballo de un día a otro, montan y conocen cada día a uno de nuestros equinos. Esto permite que no se aprendan “trucos” que valen para un caballo determinado, y tengan cada día que replantearse las ayudas, la forma de pedir y de escuchar la respuesta del caballo, por un lado. Y por otro, permite que entre ellos, los jinetes y amazonas, puedan entender las dificultades por las que pueda pasar el compañero o compañera y que puedan, así, ayudarse, aconsejarse y compartir su experiencia.
Esto, que podría ser un ejemplo de los principios del área de “Conocimientos teórico-prácticos del curso de equitación”, junto con las dinámicas preparadas para conocer el mundo ecuestre y el trabajo manual como motor del curso, eran ingredientes esenciales para que se creara grupo, ese que me costó tanto atisbar el primer día. Sobra decir que llegó, que se fundó una bonita piña, y que pudimos disfrutar de cada uno de los participantes y del grupo que formaban.
No sé si ya lo he dicho alguna vez.. El caballo es magia. Mi tarea es conocer los componentes de esos polvos mágicos para poder pedagogizarlo, y en ello ando. Pero a día de hoy, puedo decir que cuando se conoce a un caballo, cuando se interactúa con él, se le conoce y se le vive, algo dentro de nosotros, algo de lo que más profundamente somos, ya hasta con 7 años, se transforma.
Me cuesta, fuertemente esta vez, decir “hasta el año que viene”. Si pudiéramos seguir… Se les conoce tanto en 6 días así planteados… He descubierto tantas “cosillas” que poder trabajar con cada uno de ellos y ellas. Es tan potente el trabajo educativo cuando hay un animal “mediando”.
Gracias Ariadna, Jimena, Macarena, Luna, Lila, Cristina, Iván, Sergio, Pablo y Álvaro. Porque me permitís conocer las alas que tienen la equitación y los caballos.
Gracias Ángel, que exiges que esté a la altura de la responsabilidad que asumimos, y que aterrizas cada idea.
Gracias padres y madres que confías en “La Hípica”, nos ayudáis a poder crecer, como hacéis con vuestros pequeños y pequeñas.
Gracias a todos ellos también: Calimero, Turco, Kardú, Estre, Lotus, Brillante, Estrella, Duende, Mecano, Tordillo, y a todos los demás. Hacéis grandes a esos pequeños y pequeñas, les ensañáis que son capaces y les mostráis que hay un camino que hay que recorrer sin trampas.
Hasta pronto equipo.
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